Vistas de página en total

sábado, 25 de agosto de 2012

Más despejada.

Buenas tardes, amigos. Tras una noche inquieta pero que a la vez me ha servido para reflexionar, estoy mucho más tranquila. Este tema que voy a tratar hoy ya lo he comentado con anterioridad, pero quiero dedicarle una entrada completa.

Comencemos contando la historia desde el principio. Me acosté a las cuatro de la madrugada con los ojos hinchados y un dolor enorme en mi corazón. La vida últimamente no ha sabido darme nada más que malos ratos y pesadillas reales, y eso es algo que pasa factura. Me hace pensar si de verdad estoy actuando como debo, si lo que tengo me lo merezco, si puedo cambiar todo esto de un día para otro... y es que os prometo que yo quiero ser feliz, que no lo hago porque me guste, os juro que quiero olvidarle.

Desde un principio, yo no supe imaginarme un futuro lejano a su lado, es más, yo nunca fui capaz de verle como el padre de mis hijos y el hombre que me esperaría sonriente en el altar. Nunca lo imaginé porque siempre fui consciente de que aquello terminaría algún día; y terminó. Pero luego regresó, y, aún así, tampoco conseguí verle como algo más que una relación, seria e intensa, pero que con el tiempo se esfumaría. Y es que él siempre me lo dejó claro: como mucho, le daba a nuestra relación un año. Y fue sincero en ese aspecto. Pero yo pensé que aquello duraría más, que era normal que no le imaginase como todas esas cosas porque éramos jóvenes aún. Le quise cambiar y quise modificar su forma de ser mujeriega y la característica de ser experto en salto de flor en flor. Y me hice daño tantas veces que me acostumbré a llorar, lloraba con dolor, pero no con sufrimiento.

Y, en tan sólo unas horas, he comprendido que ahora me toca estar mal porque no puedo evitar quererle ni mucho menos añorarle. No puedo evitar recordarle, y es que, como escribí en mi primer relato corto, copiado de un gran sabio, "es fácil recordar para quien tiene memoria, pero es difícil olvidar para quien tiene corazón". Y no voy a luchar contra eso, no voy a intentar desesperadamente ser feliz de la noche a la mañana, porque debo acostumbrarme primero a vivir sin sus abrazos, sin sus besos, sin sus miradas de amor, sin él, en definitiva. No voy a intentarlo siquiera porque sé que con algo de tiempo, seré capaz de observar un atardecer sin acordarme de él, porque podré escuchar el río bajando de la montaña sin echarle de menos, pero no ahora. Ahora toca recuperarse y centrarse en otras cosas, como los estudios, el futuro que me tengo que forjar y tantos planes como tengo por cumplir. Y es que poco a poco me he hecho mayor, me voy haciendo una mujer que, dentro de poco, tendrá una casa propia y podrá abrazar cada noche a su amor verdadero.

Y de eso quiero hablar, quiero hablar de un único chico que tenga todo lo que pido. No me puedo imaginar a ese chico físicamente, pero sí puedo imaginar su forma de ser. Puedo imaginar la forma en la que me mira, con ternura y pasión, una manera de mirar que mi último chico no ha sabido tener; esa manera de mirar que para el tiempo y me ahoga de una manera dulce y lenta.

Ayer decía que no existen los príncipes azules, y no lo niego, pero no quiero un chico perfecto, quiero una persona imperfecta y mirarla cada día y pensar en que sus defectos me vuelven loca. Quiero que me lleve a pasear aunque sólo sea un rato,  y que nos perdamos por Madrid. Que me bese de una manera bonita y me sepa tranquilizar con un abrazo. Quiero cenar en la terraza de nuestra casa y sentir que aquello es más bonito que estar en París con cualquier otro chico.

Quiero que me pida matrimonio y llorar de alegría ante la idea de envejecer junto a él. No quiero a otro, no quiero serle infiel, porque me hipnotizará cada mañana con un despertar increíblemente bonito.

No quiero ser una más en su lista, quiero ser la princesa que escriba cada día una página de su cuento, quiero hacerle feliz y hacerle sentir el chico más afortunado del mundo. No pido que sea rico, porque con todas estas características, seré millonaria.

Pido que me acepte tal y cómo soy, que me abrace y piense en lo mucho que me ama. Quiero tener cincuenta, sesenta, setenta, ochenta años y sentir el mismo amor que cuando teníamos veinte.

Quiero perderme por la playa con él, y quiero sentir el cosquilleo de sus dedos acariciando mi mano mientras paseamos por la orilla entre miles de bromas y cientos de mimos. Quiero ser su niña toda la vida, aunque tenga la piel arrugada y el pelo blanco como la nieve.

Quiero jugar con él, torpe y lentamente, con la vejez acariciando mi cuerpo, en el salón de nuestra casa. Recibir la visita de nuestros hijos y servirles de ejemplo para buscar una pareja ideal. 

Quiero lucir un anillo con orgullo, el mismo anillo durante toda la vida, no importa si es bonito, feo, grande, pequeño, caro o barato; sólo importa lo que verdaderamente significa: la unión de dos corazones para la eternidad.

Por último, quiero morir antes que mi amor verdadero, porque sé que si no es así, moriré de pena.



Le encontraré.

1 comentario:

  1. aww jur que lei tu post y se me callo una lagrimita u.u yo tambien deseo un hombre asi siempre quise un amor verdadero desde pequeña pero me han roto tanto el corazon que nose si existe alguien que pueda repararlo pero aun asi siempre tengo una leve esperanza ojala que encuentres a tu amor para toda la vida y seas feliz yo creo que todo el mundo se lo merece : ) ....

    ResponderEliminar