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lunes, 8 de octubre de 2012

Relato breve.

La lluvia empañaba densamente el cristal de las ventanas. Las cortinas tapaban estas, en un pequeño intento de ocultar el triste y oscuro día que hacía, con una gris capa de nubes cubriendo el cielo y con la única presencia del aire en la calle.

En la cama, sentada a su lado, se encontraba su hermana Rosa, y de pie, al lado de la puerta, su único hijo, Hugo. Ambos parecían preocupados, pero serenos, como si estuviesen acostumbrados a ese constante malestar, pues ya llevaban conviviendo diariamente con él más de dos años.

En la cama, yacía inofensivo y débil el protagonista de esta pequeña historia, Jesús. Hacía cinco años que había perdido a su mujer, y su hijo era desde aquel momento, la razón de seguir luchando. Pero todo acabó de romperse cuando la noticia irrumpió en sus vidas sin llamar, sin un aviso previo y destrozando a los pocos miembros de la familia: un cáncer de páncreas se había apoderado del cuerpo de Jesús. Todo cambió. Comenzó el calvario de los hospitales, de estar en continuo movimiento, de cambiar de habitación en cada visita, de someterse a un tratamiento que le destrozaba cada milímetro de su alma.

Y ahora, allí se encontraba, sin pelo y convertido en la sombra del hombre fuerte e invencible que había sido en su juventus. Allí se encontraba, sin fuerzas apenas y con el angustioso presentimiento de que aquello terminaría pronto, y con un final triste. Allí se encontraba, acariciando las azules sábanas de aquella cama que nunca le protegería como la suya propia. Allí se encontraba, deseando despertarse en cualquier momento de aquella desesperante y larga pesadilla, deseando estar de una vez por todas en su casa, deseando dormir de nuevo junto a su mujer, deseando cambiar radicalmente su vida.

La tensión se respiraba en el ambiente, evitando cualquier movimiento relajado que pudiese haber. Tanto la hermana como el hijo del hombre eran conscientes de lo próximo que estaba el fin de su querido familiar. Ambos sufrían, en silencio, con la ansiedad oprimiéndoles el pecho amargamente, mientras intentaban mantener la fuerza de cara a Jesús.

Y, en mitad del silencio, comenzó a escucharse agitada y nerviosamente la respiración de este. Sus acompañantes se alarmaron, le preguntaron intranquilos si se encontraba bien, pero el hombre no contestó. Siguió respirando de la misma manera, a la vez que indicaba su asfixio mediante inquietos movimientos con los brazos en todas direcciones, a la vez que se le tornaban los ojos y la preocupación iba en aumento en el cuarto. Corriendo, llegó una de las atentas enfermeras, pidiendo encarecidamente a Hugo y Rosa que abandonasen la habitación.

Minutos más tarde, que se hicieron eternos para ambos, la enfermera salió, sudorosa y con el semblante pálido, con la tragedia dibujada en la mirada. Los familiares de Jesús se abrazaron y lloraron con todo el dolor que la situación les causaba. Ambos habían perdido a la persona más importante de sus vidas, además de a un gran hombre, comprensivo y enormemente entrañable.

2 comentarios:

  1. Es triste pero precioso, me gustaría seguir leyendo todo lo que escribas así que te sigo :D

    Aquí te dejo mi blog por si te apetece leer algo ¿va? :)

    http://lasdoslunas7.blogspot.com.es/

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  2. Siento el retraso, llevo vario tiempo sin meterme y no había visto tu comentario.
    Muchas gracias, ahora mismo me paso y te comento// sigo.
    Un besazo enorme.

    FDO: http://corazonesrotosblog.blogspot.com.es/
    Tuenti oficial: Corazones Rotos Blog.

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